11 Enero, 2024
Desde el momento en que nuestras mascotas ingresaron en nuestras vidas estas se han convertido en miembros queridos de nuestra familia, parte de nuestro sistema familiar. Como terapeuta familiar sistémica, he tenido el privilegio de observar de cerca el impacto positivo que estos seres peludos, emplumados o escamosos pueden tener en la dinámica familiar. He visto cómo las mascotas brindan un apoyo incondicional a sus dueños durante momentos de estrés, angustia o conflicto en la familia, nuestros animales de compañía están ahí para ofrecer consuelo y afecto sin juzgar. Este apoyo emocional puede ser especialmente valioso para los niños que atraviesan cambios importantes en sus vidas, como el divorcio de sus padres o mudanzas. Este es el caso de mi primera experiencia con una mascota en la terapia familiar, me enseñó lo poderoso que puede ser el vínculo entre un niño y su animal de compañía. Un niño tímido y reservado que tenía dificultades para expresar sus emociones encontró en su perro un confidente silencioso. Este vínculo único permitió que el niño compartiera sus miedos y alegrías de una manera que no había podido hacer con los adultos en su vida.
La incorporación de una mascota en la familia también puede ser una oportunidad para enseñar
responsabilidad a los niños. Al cuidar de sus animales, los niños aprenden sobre la importancia de la rutina, la alimentación y la atención médica. Estas lecciones sobre el cuidado y la empatía hacia otros seres vivos pueden tener un impacto significativo en su desarrollo. A menudo los animales pueden actuar como un catalizador para la comunicación en la familia. Compartir anécdotas graciosas sobre las travesuras de la mascota o discutir cómo cuidar de ella pueden abrir puertas para conversaciones significativas entre padres e hijos. Además, la necesidad de coordinarse en su cuidado fomenta la colaboración y el trabajo en equipo.
Sabemos que las investigaciones han demostrado que la presencia de mascotas en el hogar puede
reducir el estrés y aumentar el bienestar emocional de todos los miembros de la familia.
Acariciar a un gato, jugar con un perro o simplemente tener una mascota cerca puede ayudar a aliviar la ansiedad y promover la relajación.
Y a nivel simbólico, qué pueden llegar a simbolizar nuestros animales de compañía?
Las mascotas pueden tener diversos significados simbólicos en el contexto de una familia y para cada miembro, este puede variar según la cultura, la experiencia personal y la relación única que cada ser humano tiene con su mascota. En última instancia, pueden ser un símbolo poderoso de amor, conexión y valores importantes en la vida familiar y personal. Estos son algunos de los simbolismos comunes asociados con las mascotas:
Unidad y compromiso familiar – Apoyo y sanación en momentos difíciles -Independencia y responsabilidad para jóvenes – Conexión con la naturaleza y el medio ambiente -Papel terapéutico en familias con desafíos de salud -Diversidad y aceptación en la familia – Fomento de habilidades de comunicación y empatía – Fuerza y resiliencia al superar desafíos
Y a un nivel más profundo, y al hilo de la terapia familiar sistémica, pueden llegar incluso a simbolizar alguna persona excluida del sistema familiar sin que este simbolismo sea necesariamente negativo. Te muestro algunas situaciones en las que una mascota puede representar a alguien excluido o desempeñar un papel simbólico en este sentido:
-Reemplazo emocional: En familias donde hay ausencia de hermanos, o en casos de hijos únicos, las mascotas pueden llenar un vacío emocional y representar compañía y juego, asumiendo un papel de «hermano» simbólico.
-Consuelo en la soledad: Las mascotas a menudo brindan consuelo y compañía a personas que se sienten solas o excluidas en otros aspectos de su vida. Pueden representar una fuente de apoyo emocional cuando otros seres humanos no están presentes o no son accesibles.
-Relaciones afectivas seguras: En familias con dinámicas complicadas o relaciones familiares tensas, las mascotas pueden ofrecer un espacio de relación afectiva seguro. Los niños, en particular, pueden sentirse excluidos o inseguros en ciertas dinámicas familiares y buscar consuelo en sus mascotas.
-Confianza y refugio: Algunas personas pueden confiar más en sus mascotas que en sus familiares o amigos. En este caso, las mascotas simbolizan un refugio de confianza y seguridad, lo que puede dar lugar a una percepción de exclusión o desconfianza en las relaciones humanas.
Siguiendo en el contexto de la terapia familiar sistémica, una mascota también puede simbolizar el «niño interior» de uno o de varios miembros de la familia. El «niño interior» referido a la parte emocional y vulnerable de cada uno de nosotros que a menudo guarda recuerdos, heridas emocionales y necesidades no resueltas de la infancia. Así se muestra:
-Necesidades emocionales no satisfechas: Las mascotas pueden representar las necesidades emocionales no satisfechas o los deseos de amor, afecto y cuidado que un individuo experimentó en su infancia. La mascota puede proporcionar un canal para expresar y satisfacer estas necesidades emocionales de una manera segura y reconfortante.
-Consuelo y seguridad emocional: La relación con una mascota puede ser una fuente de consuelo y seguridad emocional. Esto puede recordar a una persona sus propios momentos de consuelo y seguridad durante la infancia, o puede llenar un vacío emocional que no se satisfizo en la niñez.
-Comunicación de emociones: Las personas pueden sentirse más cómodas expresando sus emociones a través de la relación con sus mascotas que en las interacciones con otros miembros de la familia. La mascota puede servir como un intermediario emocional que representa la capacidad de expresar sentimientos de manera más abierta y auténtica.
-Desarrollo del sentido de responsabilidad y cuidado: Cuidar de una mascota puede simbolizar el deseo de cuidar y proteger al «niño interior». Puede ser una oportunidad para aprender a cuidar y nutrir las necesidades emocionales y el bienestar de uno mismo.
A otros niveles y siguiendo con la terapia familiar sistémica una mascota puede representar inconscientemente un hijo que no nació o una figura de la maternidad o paternidad no realizada. Este simbolismo puede surgir en familias o individuos que han experimentado pérdidas, dificultades para concebir o que tienen deseos no cumplidos de tener hijos.
La relación con una mascota puede llenar un vacío emocional y proporcionar una forma de satisfacer ciertas necesidades de cuidado y amor que de otro modo podrían haber estado asociadas con la crianza de un hijo. Así pues, y en este contexto, la mascota podría ser vista como un sustituto o símbolo de la experiencia de la maternidad o paternidad, aunque no sea un reemplazo literal de la crianza de un hijo humano. Es importante señalar que este simbolismo puede ser consciente o inconsciente, y la terapia familiar o individual podría ser un espacio útil para explorar y comprender estas dinámicas emocionales.
En mi experiencia personal y profesional como terapeuta, no puedo dejar de enfatizar el papel importante que nuestras animales desempeñan en nuestras vidas y en la dinámica familiar. Son más que simples animales de compañía; son confidentes, maestros de responsabilidad, embajadores del amor y la compasión en nuestro hogar. El amor por nuestras mascotas y su lugar en nuestra familia son temas que merecen una atención especial.